8 jul 2015

El ángel

Caído el ángel, tuvo tres días para decidir su suerte.

El primer día probó el suave cuerpo desnudo de un jovencito nigeriano. Era de formas sinuosas, tímido y sumiso, y juntaron sus labios entre risitas en el borde de un río perdido.

El segundo día estuvo mirando peces en un puente en Indonesia. Conoció a una vendedora de flores que paseaba por allí. Pasaron la tarde entre sollozos y el amor. Depositó su esperma en el vientre de la florista y se marchó al atardecer.

El tercer amanecer lo encontró en una hamaca en la isla de Cuba. No cruzó palabra con persona alguna y se le vio deambulando con un libro rojinegro en la mano y fumando un cigarrillo. Lanzó el libro al mar y caminó presuroso a un pequeño restorán, donde pidió un vaso de ron que bebió mientras las horas volaban.
El plazo ya casi se cumplía y el ángel tendría que tomar una decisión.
Tomó el último trago y caminó hacia el lugar donde había lanzado el libro. Se apresuró a entrar en el agua y se dejó hundir al compás de las olas.
Mientras su frágil cuerpo moreno se desvanecía en el caribe, pronunció una sola palabra que sonó a respuesta visceral: “No”.

Despertó entre piedras y rocas en pleno desierto. El sol colmaba su hambre de encuentros. Al cabo de unas horas de caminata llegó a una sombría tienda y se encontró de frente con su padre. Se hizo un pequeño silencio y, tras un tierno abrazo, le pidió perdón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

habla antes que el Dios del mono afiebrado realice la oración mortuoria de los siete planetas secretos intraterrestres